lunes, 15 de agosto de 2011

El Viejo Bar Tenerife


El viejo Bar Tenerife

Dedicado a Raque (Espero que te guste, si no, no hay devoluciones :P)

Era media noche, había quedado de verme con Raquel esa noche en el bar Tenerife. Sin embargo, como era costumbre, había pasado una hora y no había un solo rastro de ella. No me sentía a gusto en ese lugar, el bar Tenerife estuvo cerrado casi cuatro años luego de que la esposa del dueño aplastara la cabeza de este último con un martillo como si fuese una calabaza. Para más inri, cuentan que antes este lugar era una casa propiedad de un hombre que mató a su hija y se comió a su hijo menor.
Mientras esperaba, las personas entraban mirándome como persona de segunda clase, como si mi existencia fuese solamente justificada para ser pisoteado en su nombre, lo cual era  cosa que más resentimiento me hacía sentir hacia la pobre Raquel. Me extrañaba que entrara tanta gente al bar, pero nunca saliera nadie, supuse que el lugar había sido remodelado (Iluso de mí, que no tenía idea en ese momento de lo que pasaría); Ya era la una de la madrugada cuando un aroma a jazmín me distrajo de la entrada... pensé que quizá era el perfume de Raquel (pues adora su aroma) y me estaba jugando alguna "bromita". El aroma llegaba hasta un callejón detrás del bar, donde se veía una silueta femenina, de aspecto joven;
"ya sé que eres tú, Raquel" -grité- "Déjate de bromas y entremos al bar..."
Antes de terminar esa oración, logré escuchar unos gritos de mujer provenientes de la puerta trasera del bar. Empecé a sudar al oír gritos y clamores provenientes de ese maldito lugar... No es necesario preguntar qué pasó, pues no me atreví a entrar.
En el poco tiempo que pasó, la silueta femenina desapareció. Supuse que igualmente no era Raquel, sino la responsable de lo que fuese que hubiera ocurrido en ese lugar, por lo cual, asustado, decidí regresar a la entrada, donde yo supuse que estaría más seguro.
Tomé mi móvil y la llamé... La contestadora era lo único que me respondía, pero no me importó, le avisé que ya la estaba esperando y me estaba enojando con lo que ocurría. Justo cuando le iba a decir que mejor nos viéramos en otro lugar, se me acabó el tiempo aire... Para no dejarla esperando en un lugar tan peligroso, pensé que lo mejor sería quedarme para aguardar su llegada y salir de ese sitio. 
No había puesto mucha atención antes, pero la cara del guardia del local parecía desencajada, como si fuese una figura de plastilina, cosa que me extrañó sólo a mí, puesto que los demás parecían  no darse cuenta de eso y seguían entrando con sus gestos socarrones hacia mí.
Estaba hartándome de esperar. Ya eran las dos treinta y ocho de la madrugada y Raquel seguía sin dar señales de vida. Mientras esperaba, volví a escuchar un grito, esta vez de un varón, pero provenientes de la parte trasera del local; me animé a ir de nuevo para allá y lo que vi fue desconcertante: Una cosa indescriptible y horripilante, cuya sola presencia en las sombras era espeluznante, con ojos brillando en la oscuridad y lanzando gruñidos sobrecogedores estaba devorando algo que parecía una pierna  humana. Sentí la necesidad de lanzar un alarido de terror, sin embargo, supuse que en caso de hacerlo esa cosa me podría ver, dado que al parecer hasta ese momento no se había percatado de mi presencia.

Traté de irme de esa parte del local, pero al parecer lo que estaba delante de mí no era mejor: Un auto se estrelló contra una de las paredes de la fachada principal del lugar, arrollando a una joven pareja que estaba justo en el lugar que yo había dejado... Prácticamente quedaron desparramados en el suelo, juntos, eso sí, tomados de la mano, ahora hasta la eternidad, en un grotesco gesto de amor perpetuo. Esta vez no pude contenerme más y di un enorme grito, que asustó a la cosa que estaba en la parte trasera y llamó la atención del guardia.
"te has dado un buen susto, amigo" -Acto seguido me dio un pase y un par de billetes-, "Entra y tómate una cerveza para el susto, puedes aguardar adentro, tú dime el nombre de la persona que has estado esperando".
No sé qué extraño presentimiento me hizo pensar en que si decía el nombre de Raquel, algo malo le pasaría, por lo cual, le di el nombre de un amigo de mi infancia que vivía en Nueva Zelanda, un sitio realmente lejano y por ende (o al menos eso creía yo), seguro.
El sitio no se veía nada mal, aunque era verdaderamente más pequeño de lo que pensaba, no entendía cómo es que pudiese haber entrado el número de personas que había visto desde hacía unas horas, sin embargo y quitando mis dudas, la verdad era un lugar interesante para llevar a una chica.
Me senté en las sillas de la barra y me puse a platicar con el barman, quien me contaba historias extrañas acerca de una expedición a la Antártida en la que participó hacía varios años, donde al parecer los perros enloquecieron y mataron a un grupo de investigadores... La verdad yo pensé que era un pretexto para no servirme la Cuba Libre que había ordenado, dado que no vi tampoco un refrigerador donde guardar hielos...
No sé por qué, pero decidí mirar mi reloj, justo cuando lo hice, escuché el sonido del vaso siendo depositado en la barra, con sus dos cubos de hielo, y encontré que éste marcaba las cuatro de la tarde. Desconcertado, mientras trataba de hallar una explicación, tomé el vaso y empecé a beber hasta que noté una extraña sensación en mi boca, como si una especie de grumo se formara en mis labios, volteé a ver mi vaso y encontré que en vez de una bebida alcohólica era un vaso con sangre, en cuyo interior flotaban dos ojos humanos... Empecé a entrar en pánico, no sabía qué hacer, salvo reclamarle al barman, quien estada dándome la espalda en ese momento, para que me hiciera caso, salté la barra y lo volteé... Era mi amigo, sin sus ojos ni dientes.
Realmente en ese momento pedí toda compostura. No sólo no podía ya reaccionar, sino que el lugar mismo había cambiado. Las otrora nuevas lámparas tenían ahora una apariencia extraña, como si sus cubiertas en vez de ser de tela estuviesen cosidas con piel humana, el piso era extremadamente pegajoso, incluso para un bar y la puerta había desaparecido. Era lo más cercano al infierno que había yo visto en ese momento, sin embargo, lo peor aún estaba por venir. Recibí un mensaje de texto, era de Raquel:
"¡Hola! No sé de qué me hablas, te estuve esperando pero nunca llegaste, así que mejor me fui a mi casa. Además se me hizo muy descortés de tu parte que hubieses tardado una semana en pedirme una disculpa”.
No lo pude creer. Yo estuve ahí, incluso ahora estaba adentro del lugar, entonces cómo fue posible que ella no me viera ni yo a ella. Lo que era peor, empecé a notar más cosas extrañas en el ahora de por sí lúgubre sitio; las personas que había visto entrar estaban ahí, pero no como quisiera que estuviesen. Parecía que sus cuerpos hubiesen sido volteados, con sus vísceras de fuera, excepto en los rostros, bebiendo y comiendo plácidamente, como si nada ocurriera... De repente vi cómo la puerta se abría, aunque debo decir que ya no era una puerta, era más como su una piel se desgarrara para dejar entrar a un hombre de mediana edad. Al parecer me vio y me saludó; al levantar su mano, empezó a gritar y gemir, como si algo lo estuviese perforando por dentro, en ese momento vi cómo su cuerpo se colapsaba, como si se tragara a sí mismo, saliendo de su boca, pies primero, luego el torso, después la boca y finalmente el rostro intacto, quedando con las vísceras, huesos y músculos de fuera y sólo con su rostro normal. Mientras esto pasaba, las personas adentro estaban cantando una canción que sólo me aterrorizaba más, por el tono alegre de la misma, como si estuviesen celebrando la llegada de un nuevo maldito al lugar.
Empecé a pensar en Raquel. Sus hermosos ojos marrones y su largo cabello negro, su sonrisa agradable y voz juvenil... a pesar de ser sólo amigos, siempre he sentido algo más por ella, aunque tal vez nunca lo sepa ahora que me encuentro en este sitio, y si lograra salir, tal vez habría yo de verme como esto monstruos que me acompañan en la sucursal del infierno en que me encuentro. Pregunté por el baño, traté de buscar un espejo, pero todos estaban cubiertos por una suerte de forro hecho de piel humana. Me animé a quitar uno y escuché otro grito, como si estuviese lastimando a alguien mientras removía esa piel de ahí.
Me vi en el espejo y noté que estaba completo, como si nada hubiera pasado. No entendí por qué, la verdad sólo me hacía feliz el saberlo; de tan feliz que estaba, salí hacia la barra y vi muerto al sujeto recién llegado. Alguien había separado su esqueleto de sus músculos.
Ya no soportaba más ese grotesco lugar, me quería ir y estaba desesperado por escapar, trataba de pensar, pero temía que al cerrar los ojos encontrara algo peor que los ojos de mi amigo en el vaso, cuyo cuerpo, por cierto, seguía sirviendo bebidas, como si fuera el barman que vi al principio, sin importarle no tener ojos en sus cuencas ni dientes en su boca... En ese momento grité y algo empezó a brillar en las sombras, era una cosa viva, pero no puedo describirla con facilidad, esa extraña forma de la cabeza, como si fuera una estrella... ese número de patas que sobresalían de las peumbras.... no sabía yo si eso era un ser o varias cosas juntas, era algo verdaderamente espantoso y venía hacia mí, como si yo fuese a ser su alimento o su juguete.... 
 Entonces vi a la silueta femenina de nuevo. Era una mujer joven, acompañada, al parecer de un hombre, joven también. En ese momento, la extraña cosa que estaba dirigiéndose hacia mí, se desvaneció, acto seguido, yo me desmayé. No sabía ni cómo, pero lo siguiente que vi, fue a la chica de pie frente a mí, afuera del lugar en ruinas.
"Puedes irte, vete y busca a esa persona en quien pensabas" -Dijo ella con una sonrisa cálida.
Empecé a correr. Fui a su departamento en la Avenida Macedonia. Ella entreabrió la puerta todavía enojada conmigo, le inventé un pretexto para que me perdonara, pues sabía que ella no me creería lo que viví.  Abrió bien la puerta y la abracé con todas mis fuerzas... Era la única persona en quien pensaba y la única con quien quería yo estar…

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